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Medioambiente del país es hostil para abejas

En los últimos tres años más de 1.600 millones de abejas murieron en diferentes regiones del país por envenenamiento.


A mediados de 2017 se había documentado la muerte de 15.670 colmenas en distintas regiones como el Eje Cafetero (Quindío principalmente), Boyacá, Valle y Córdoba.


Si cada colmena la conforman de 80.000 a 100.000 individuos, el número es exorbitante. Cada una con un costo de 500.000 a 700.000 pesos indica que las pérdidas a esa fecha superan los 21.625 millones de pesos como reza la exposición de motivos del proyecto de ley sobre protección de los polinizadores que se discute en el Congreso.






El año pasado prosiguió la pérdida. De 12.000 colmenas que la Gobernación de Córdoba estima en ese departamento, 1.155 (9,6%) se perdieron en Tierralta por envenenamiento.


En Caicedonia, Valle, también en el segundo semestre de 2018 hubo muerte masiva de abejas de 1.280 colmenas, de acuerdo con Abdón Salazar, un apicultor que perdió centenares en el Quindío y uno de los líderes del Colectivo Abejas Vivas, que surgió como respuesta a la creciente problemática con la Apis mellifera, la abeja de la miel, la de mayor interés económico y la más estudiada, así en el país se tenga registro de 1.007 especies de este insecto.


En busca de otros aires

“Fui desplazado, forzado a pagar en los Llanos arriendos bien costosos para poder llevar las abejas a Puerto López (Meta). Estaba en Armenia, Quindío, y en distintos municipios. La muerte causada en 550 de mis colmenas fue de agosto a diciembre de 2016”, relata Salazar.


Es una de las opciones que han ido tomando varios apicultores: los Llanos y la Amazonia. Hasta Vichada se han desplazado otros con sus colmenas porque son áreas donde no hay tantos cultivos y las fumigaciones son menores.


En Puerto López también hubo pérdida de colmenas pero es menor el problema en esa región llanera. Él las estableció en un área en proceso de reforestación.


Pese a todos los casos registrados, sólo se ha hecho seguimiento a uno de los envenenamientos en Quindío, siguiendo toda la cadena de custodia y los protocolos del caso para el análisis en laboratorio. ¿El responsable? El Fipronil, principio activo de uso extendido que incluso se halla en antipulgas para perros y gatos.


Pero dado el empleo generalizado de los neonicotinoides también deben estar implicados en otras mortandades de insectos. Guiomar Nates Parra, del Laboratorio de Abejas de la Universidad Nacional, estima, según un informe de la institución, que cada año se pierden más de 10.500 colmenas.


Un mercado activo

El reporte de 2015 del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) sobre el uso y venta de agroquímicos revela las grandes cantidades de Fipronil y neonicotinoides que se usan.

Se vendieron más de 28 millones de litros y 1.26 millones de kilos de herbicidas, entre ellos 27.904 de glifosato.


Y de insecticidas fueron 4,1 millones de kilos y 5,1 millones de litros.

Del cuestionado Fipronil fueron 170.361 litros y 5.148 kilos en solo una de sus tres presentaciones: en una de ellas viene con un neonicotinoide.

El movimiento de estos fue: De imidacloprid, 6.490 kilos y 66.699 litros en solo una de las 8 presentaciones o combinaciones que se venden.

De clotianidina la venta ascendió a 2.982 kilos.

Y de tiametoxan, solo una de las 6 combinaciones, fueron 6.857 kilos y 10.233 litros.


John Jairo Idárraga, el profesor e investigador del apiario de la Nacional sede Medellín, afirma que Colombia es el tercer país del mundo en consumo de plaguicidas, muchos de ellos prohibidos en otros países.


Venenos vs. polinización

Los venenos alejaron a los apicultores de regiones donde se usan en exceso, en cultivos como los cítricos.


Fabián Penagos, apicultor, afirma que en municipios como Támesis y Valparaíso no se encuentran colmenas por ese motivo.


Los agricultores recurren a la polinización manual, más demorada y costosa. En La Pintada, Antioquia, dice Zoraida Uribe, del apiario de la Nacional, se ha polinizado así el maracuyá cuando no ha habido abejorros. Una tarea en la que se prefiere a mujeres por su delicadeza.


En el Valle en algunos cultivos también se tiene esta práctica por la escasez de las abejas Bombus (abejorros).


Leer Noticia Completa: EL Colombiano-Medio Ambiente


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